Escribí tu nombre en el papel, esperando que la inspiración llegase y me ayudase a continuar. Repasé el contorno de tu inicial, intentando encontrar las palabras exactas. No sabría decir con exactitud qué mantuvo viva nuestra relación, y tampoco las razones que tuvimos para terminarla. Tal vez, como tantas otras veces lo he pensado, nos quisimos demasiado; sobró amor. O quizá faltó cordura cuando se borraba nuestro entorno y nos dejábamos llevar. Tuvímos tanto en nuestras manos que no valoramos. Tropezamos mil veces con la misma piedra que no apartamos de nuestro camino. Sonábamos despiertos con un futuro repleto de esperanza mientras que el presente se nos esfumaba lentamente de los dedos. No quisimos oír, ni ver. No queríamos problemas lejanos. Pero el tiempo nos hizo comprender que esos problemas no eran más que las realidades que sin querer ignorábamos.
Me hace gracia, antes solía dibujar caritas felices por todas partes, pero ahora no, ya no, y no es porque no sea feliz es simplemente porque ahora dibujo corazones. Y no lo hago solo porque esté enamorada de todo, absolutamente de todo lo que tengo. Los dibujo porque la experiencia me enseñó que las sonrisas pueden ser falsas pero el corazón no.
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