Salí a la calle y me fijé en la cantidad de gente que hay en el mundo, suena estúpido, ¿verdad? Algunos iban solos, otros acompañados, unos hablaban por teléfono, otros caminaban en silencio, serios, otros sonreían, turistas haciendo fotos... Y pensar que cada una de esas personas tiene una historia, pensar que también aprendió a ir en una bici sin rueditas, que también le gustó una persona y fue incapaz de decírselo, sentirte bien y de repente triste. Pensar que esa persona también dio su primer beso y tuvo su primer amor. Y así, millones de personas, cada uno en su mundo, con sus problemas y sus momentos felices. Cada uno con su familia y sus amigos. Con experiencias vividas y las que quedan. Ese día salí de mi pequeña burbuja y me di cuenta de que esta vida no tiene un rumbo, un camino que seguir. Dicen que querer es poder, ¿no? No sé... A veces todo lo veo tan difícil... y otras tan fácil. Y me muero de miedo. Supongo que hay que dejar que todo salga como tenga que salir, sin pensar todo el tiempo en nuestro futuro. Como dicen, tiempo al tiempo.
Me hace gracia, antes solía dibujar caritas felices por todas partes, pero ahora no, ya no, y no es porque no sea feliz es simplemente porque ahora dibujo corazones. Y no lo hago solo porque esté enamorada de todo, absolutamente de todo lo que tengo. Los dibujo porque la experiencia me enseñó que las sonrisas pueden ser falsas pero el corazón no.
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