A veces es extraño, pero siento algo y cada vez más fuerte. Siento que daría mi vida por ti.
Siento que cuando estoy a tu lado el corazón me palpita más y más rápido. Que cuando me hablas y me sonríes, automáticamente sonrío yo también, y sin quererlo.
Esa sensación de tenerte, de saber que siempre estás conmigo aunque estemos a cientos de kilómetros, hace que te sienta incluso más cerca. Te siento como si fueses una parte de mi cuerpo.
Siento como cuando cae el agua de las nubes, que se separan pero saben que siempre serán uno. Como cuando los capullos de las flores se cierran por la noche, saben que siempre se hará de día, que siempre se abrirán. Como cuando me miras, las comisuras de mis labios suben disparadas para arriba, y mis dientes piden una sonrisa.
No seamos dos, sino uno.
Me hace gracia, antes solía dibujar caritas felices por todas partes, pero ahora no, ya no, y no es porque no sea feliz es simplemente porque ahora dibujo corazones. Y no lo hago solo porque esté enamorada de todo, absolutamente de todo lo que tengo. Los dibujo porque la experiencia me enseñó que las sonrisas pueden ser falsas pero el corazón no.
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